martes, 18 de septiembre de 2012

Sin costillas
















Serviría solo son sorber, pero no tendría sentido.
Había arrancado a dentelladas, hasta el último latido.
Cubriría sus rodillas.

                              Pero no serviría.
Porque había marchado sin luz, el alud.
Enterrado, en lo más hondo encerrado.
Donde la esperanza inventa destrozos.


Por llegar tarde.
Tarde a la primavera que inventa saetas.
Tarde al sudor que baña sus poros.
Tarde a la mirada empañada.

                              Y subió.
Subió a la atalaya del severo atardecer.
Acarició los últimos rayos escupidos.
Se lanzó al pozo huracanado del aire vacío.

No cerró la puerta al caer.






lunes, 3 de septiembre de 2012

Rompiendo estrellas



No lo se. Ha pasado tanto tiempo que quizás olvide andar sin rozar el suelo, hablar sin atravesar cristales y sentir sin salir de dentro. Volveré a arañar los teclados en busca de alguna palabra que desgarre silencios de dentro, sin salir.

Una vez más vuelvo a ser un poco menos, y le pido la cuenta a los de alrededor por aquel suculento plato que pedí para cenar, y volvía a dejar a la deriva de esta historia caprichosa, sin maldad. Que paguen ellos. Pagando yo.

Me quedo otra vez dándole vueltas al mundo, como si sirviera de algo todo esto, como si fuera una fuga planeada a ninguna parte, como si volviera a chocar conmigo mismo. Que ya no me puedo dar cuerda. No por esta vez.

Que sí, joder, que hay un mundo ahí fuera para salir comérselo, pero me voy a volver a llevar la dentellada. Que sí, joder, que soy afortunado y todas esas locuras de los alegres desaforados y desencorchados, que no lo niego, pero prefiero la sombra de detrás de la piedra.

Parecía bonito eso del artista, parecía bonito eso de ser feliz, pero descubro con desagradable sorpresa, que la sonrisa se me quedó enganchada el otro día, en una foto del ayer, en una foto del jardín.