miércoles, 12 de diciembre de 2012

Más que palabras




Empiezo a pensar, no sin cierto terror, en como mi vida va raspando el suelo de forma tan seguida los últimos tiempos. Yo ya no hablo de hábitos que hacen al monje, ni de vidas en sueño, sólo se que yo soy el verdadero cámara y a la vez suicida en esta historia. Suicida porque la imaginación rompe los diques y anega cada espacio, cada vacío, cada grito, cada página y cada insecto. No quedan puertas por abrir, no en esta dirección.

A partir de aquí no se si me esperan arcos en el cielo que atravesar. No se si el camino lo marcará una sonrisa entre los robles y entre las hojas que se desploman en su último baile. No se si será en el momento en el que las primeras puñaladas del día se precipitan contra la esfera de la que he de despertar. Sintiéndolo muy dentro, ya no valen las mudas, ya no valen las pausas ni los puntos. Se acabaron los sueños que resbalan de mis palabras sin que afloren en verdad mis emociones. Ya no me valen martillos en cuadrados que dicen ser mi pensar. Ya no valgo, no aquella parte de mi que se encapricha de este dolor fingido en la soledad del que cava su trinchera mientras corren gotas de escarcha por su frente descubierta.

Necesito arder en la niebla. Necesito trepar por mis laberintos. Necesito reconciliarme con la parte de mi que me hizo bestia. Reventar mis dedos en lazos. Atravesar las miradas con mis manos y palpar la arena dorada. Inventarme en un más. Herirme al ver nacer. Extasiarme en esta libertad de verme preso y dejar de sentir.

Ya que no hacen más que errar mis poemas, cuando hablan de mi.

lunes, 29 de octubre de 2012

Acelero




Vamos a decir que sí que tuvo sentido todo aquel esquivar de clavos para buscarte las costillas. Vamos a pensarlo aunque solo sea un segundo escurridizo entre las horas torcidas. Probablemente tuvo que ver con la pared que intentaba reventar a cabezazos. Apenas arañada. Tuvo que ver con eso. Con intentar arrancarle esbozos, a un trozo de papel. Intentar arrancarla.

Y luego llego aquí, y me pongo la capa que me embriaga por dentro y se condensa por fuera. Supongo que no me respeté lo suficiente como para hacerme respetar, por querer hacer como si no pasara nada, como si no me hubiera llevado el huracán. Y agarrarme con fuerza al suelo. Briznas de hierba resbalan entre mis dedos, pero es solo un momento, porque vuelvo a estar aquí. Sintiendo el norte nacer.

Convine un pacto amistoso con mi destino. Con vino cerramos el pacto, y convivo siguiendo mis pasos. Ciertamente no supe escuchar tu canto de marcha antes de llegar. Cierro mi espacio para que no vuelvas a entrar y ojalá que caminen tus sueños más allá de mi realidad.


lunes, 15 de octubre de 2012

Afilando soy




¿Por qué?
La verdad ni lo sueño, simplemente brota rozando mis paredes, acartonando la realidad.
No intento forzarlo ni creo más allá de lo poco que sumo de la nada que invento.
No sangro del vértice de ninguna ola, y tampoco existe bajo el espeso esperar.
No aparezco, cuchillo entre los dientes arrancando un pedazo de cielo, de sombra.
No aplauden rabiando sarnas, ni sueño con acantilados.
Ni creo montañas a las que encaramar mentes de altares en plazas.
Ni nada.

Solo siento que necesito vivir de estos bajos hornos que me susurran suspiros sumergidos.
Solo recreo aquel patio inacabado, hambriento de baldosas.
Solo cambio mi forma antes de aparecer desnudo ante mi.

Solo me sorprendo por el extraño reflejo de la madera blanca al arder, conmigo dentro.
Solo creer que nazco en un gris hedor a no ser, reflejado en algún lomo de raro acento.

Que no me entiendan. Para qué. Si esto se diluye en la gota de un sudor que nunca existirá.
Que no me sientan. Para qué. Si esto es el raro esbozo de la linea de mis pies.
Mejor que no me vean, que solamente estoy detrás de lo que nunca existirá.




martes, 18 de septiembre de 2012

Sin costillas
















Serviría solo son sorber, pero no tendría sentido.
Había arrancado a dentelladas, hasta el último latido.
Cubriría sus rodillas.

                              Pero no serviría.
Porque había marchado sin luz, el alud.
Enterrado, en lo más hondo encerrado.
Donde la esperanza inventa destrozos.


Por llegar tarde.
Tarde a la primavera que inventa saetas.
Tarde al sudor que baña sus poros.
Tarde a la mirada empañada.

                              Y subió.
Subió a la atalaya del severo atardecer.
Acarició los últimos rayos escupidos.
Se lanzó al pozo huracanado del aire vacío.

No cerró la puerta al caer.






lunes, 3 de septiembre de 2012

Rompiendo estrellas



No lo se. Ha pasado tanto tiempo que quizás olvide andar sin rozar el suelo, hablar sin atravesar cristales y sentir sin salir de dentro. Volveré a arañar los teclados en busca de alguna palabra que desgarre silencios de dentro, sin salir.

Una vez más vuelvo a ser un poco menos, y le pido la cuenta a los de alrededor por aquel suculento plato que pedí para cenar, y volvía a dejar a la deriva de esta historia caprichosa, sin maldad. Que paguen ellos. Pagando yo.

Me quedo otra vez dándole vueltas al mundo, como si sirviera de algo todo esto, como si fuera una fuga planeada a ninguna parte, como si volviera a chocar conmigo mismo. Que ya no me puedo dar cuerda. No por esta vez.

Que sí, joder, que hay un mundo ahí fuera para salir comérselo, pero me voy a volver a llevar la dentellada. Que sí, joder, que soy afortunado y todas esas locuras de los alegres desaforados y desencorchados, que no lo niego, pero prefiero la sombra de detrás de la piedra.

Parecía bonito eso del artista, parecía bonito eso de ser feliz, pero descubro con desagradable sorpresa, que la sonrisa se me quedó enganchada el otro día, en una foto del ayer, en una foto del jardín.


miércoles, 4 de julio de 2012

Ríos sentidos




Se le clavó la mirada del búho al anochecer, y le desgarró el cajón de los sentimientos. El río salió de su cauce para arrastrar el polvo de estrellas desprendido, tiñendo las aguas de un rojo intenso, de un rojo susurro, del rojo de sus labios.

Solía maldecir su espíritu de trote cansino y mirada curiosa pero inocente. Solía esconderlo bajo cerraduras oxidadas y lo eclipsaba con el murmullo de los pájaros cuando huyen al sur, a África, buscándole un final a este planeta de plata.

Tenía las manos amoratadas de rozar las mismas zarzas. Tenía los tobillos lastimados de pisar las mismas piedras. Tenía atragantada la mirada espinosa de aquel primero de Abril. La tenía dentro.

Había escupido al horizonte para que no inventara más amaneceres. Había tachado los días de aquel calendario. Se había disfrazado de azul olvido. Pero siempre aparecía, siempre, al torcer la esquina de la indiferencia.

Dibujó un florero sin ilusión. Le arrancó las uñas al pincel. Se hizo un lavado de estómago, y las últimas mariposas que se hospedaban en él, cayeron mansamente en la hoja, en forma de versos.

Esperando que al anochecer, el búho le vuelva a clavar la mirada, con mejor suerte la próxima vez…




lunes, 11 de junio de 2012

Sueños caídos



A veces se preguntaba de qué color tejería los sueños la madrugada, y que pisadas del camino le harían despeñar. Se incorporó sin aire, e intentó respirar el último aliento de luna. Posado al borde de su cama, empezó a soñar que soñaba.

Soñaba con las mieles de una luz de sol acariciando su barbilla. Soñaba el cielo claro bañado en redes de tenues nubes que solo se acercaban a visitar. Soñaba con acariciar aquellos campos de centeno, acariciando sus tobillos y sus muñecas, bailando al ritmo de canciones del viento. Soñaba con descolgar los luceros de la noche y hacer brillar aquel mundo de muchos brazos y mentiras en paño. Soñaba y sonaba a tormenta alborotada.

Mientras, en la bola de cristal, los que no saben seguían creando aquel mundo artificial. Nieve semi-brillante y sonrisas semi-mortecinas embadurnaban las calles de aquel extraño olor a olvido. La gente, convertida en masa, se jugaba la vida por morir en un río de pocos peces y muchas trampas. Aquellos pasos acompasados creaban terror. Aquellas almas con dueño. Aquel arco de doble dirección.

Siempre deseó haber vivido en sueño y cuando soñaba vivía a sorbos la vida. Siempre soñó con bajar, sólo unos segundos, su sueño a aquel mundo, pero nunca tuvo calzador...


lunes, 14 de mayo de 2012

Promesas del viento



Todavía sigo aprendiendo a ser feliz, todavía tengo tiempo de explotar agujeros en mil pedazos y buscar razones. A veces no encuentro razones para mirar a la eterna luna cuando se viste de añil, pero sigue allí. No tiene sentido estancarme en tu sonrisa sin ni siquiera haberla admirado.

Puede que la anhelara como si no hubiera otra, pero creo que he aprendido a disfrutar de su embriagadora presencia sin caer en mentiras de cartón, sin esconderme entre hierbajos de amor. La melancolía es fantástica siempre y cuando no se te enrede en las manos. Daremos un paseo y le explicaré las millones de razones que existen para estar aquí. Porque hay un millón de razones para estar vivo, y no engañarme. Sé de primera mano lo que es tornar sonrisas en baldosas.

Ver tu cara en una foto y haber olvidado que sabías ser, estar, nacer, morir, crear y mirarle a la cara a la madrugada cuando trae el frío de nube gris. Que no, que ya no quiero pensarte como cuando andaba por caminos de alambre. Que no, que ya no voy a seguir susurrándole tsunamis al mar y llorarle a mi olvido. Que en los valles de lágrimas se ahoguen los que los crearon.

He puesto un pie en tierra para arrancar las notas que cogieron polvo en mi corazón, que se blindó de mañanas sin sol. Vuelvo a inventarme, y a acariciar livianamente las caras que siempre estuvieron a mi lado y corresponderles al fín, con hordas desesperadas de pájaros por alcanzar un horizonte común, y que se insinúa, más allá de donde yo anclé mi cárcel. No voy a comerme el mundo hoy quizás, ni mañana, pues esto que empieza a brotar hoy no son más todavía que palabras que perdieron tono y voz. Pero es el comienzo de otra verdad a la sombra de la sombra y el valor de pelear por unos sueños que se aletargaron en la garganta de mi esperanza. Hoy sueño con soñar.


sábado, 12 de mayo de 2012

Nublado en las nubes



Le gritó al sol que ahora salía, que le guardara unos segundos de calor con los que arropar su melancolía. Ella se levantó pausada y se liberó de las sábanas que le habían visto soñar, una noche más. En la mesilla se hallaban una rosa casi marchita y un retrato a medio hacer de aquel muchacho que llenaba su vida de esperanzas. Aunque él no lo supiera.

Se arrastró, bostezando, hasta el espejo más cercano y pudo admirar esa extraña belleza que envuelve a las mujeres a primera hora del día. Dibujó una sonrisa de las que esconde mil secretos. Dedicó un puñado eterno de minutos a escoger el conjunto del día y se apresuró a robar la ducha antes que el resto de sus familiares.

El agua comenzó a correr por su joven cuerpo y resbalar por aquella cabeza tan llena de sueños, locuras y algún que otro deseo no relatado. Se imaginó en algún paraíso lejano con aquel chico que se había echo un hueco tan grande en su vida que parecía ser protagonista de su vida. Un suspiro afloró desde su alma hasta sus labios,  preguntándole al silencio miles de preguntas sin respuesta.

Abandonó, al fin,  aquel lugar de sueños entre nubes. Abandonó aquel lugar con la duda de si sería el día, o un día más, en la espera. La espera de un día sin fin. Un día que no despierta.


martes, 17 de abril de 2012

Mareos




Corrientes. No puede ser que me arrastre por todas las esquinas. Creo que es ese ansia de crear que me empuja a esa carne blanda que encuentro por dentro. Brotan las letras con esa sombra gris. Siempre.

Se que esta ahí dentro mío, pero enserio, creo que también soplan vientos de felicidad. Quizás a veces los olvido en el ascensor, y otras los pierdo jugando a imaginar recuerdos, pero deben estar ahí. Enserio, creo que lo empecé a sentir. Pero soy una montaña que crece hacia adentro.

Dios, me hago realmente difícil. Alguna vez admiré a aquellos escritores que son capaces de envolver pedacitos marchitos de tristeza y amaneceres sin piel, y convertirlas en historias. Ahora ya no. Resulta más fácil olvidar la cabeza y posarla ligeramente a la sombra de un Nogal. Que me encuentre allí la tragedia donde ya no pueda encontrarme. No estar. Sin ser.

Que en mis búsquedas de originalidad me encuentro con el mismo muro de paja que he construido a conciencia. Soy de esa gente que puede hacer muros de paja indestructibles. Veo una nube sin forma avanzar volando al otro lado de la prisión. Deja una estela de colores sin sabor.

Sin quererlo, una vez más, la mano que me controla volvió a escribir la canción que quiso escribir. Vuelve a sonar extraño, a tormenta de Julio y a lluvia de almendras. Vuelve a sonar como siempre quise que sonara. Vuelve a sonar sin sal.


domingo, 15 de abril de 2012

Ya no hay viento



Sigo paseando por las paredes de mi corazón, y le susurro canciones de pocas notas y nulas melodías. Camino tranquilo al ritmo de unos latidos que amenazan con empezar a olvidarte. Creo que el olvido es el mejor camino a estas alturas en las que correr detrás de un sueño supone volar a 20 metros bajo tierra y seguir tu estela que me empuja a acantilados de mucha poesía y pocas razones.

Supongo que me visto de la risa tonta que se me ponía aquellos primeros días. Supongo que aunque me creo sombra se me ve claro, puro y débil. Justo como intento evitar parecer. Como decirte que eras canela ardiente sin que parezca poesía de la basura. Como decirte que estas, estuviste y estarás, pero me rompo en mil piezas que intento reconstruir. Que soy todo menos yo y todo te lo llevas, aunque siempre me dejabas estos zapatos de papel. Sólo con ellos me creía el dulce viento de la madrugada, capaz de rozar tus labios. Después, dolor a manos llenas, a manos sucias, a manos sin piel.

Sospecho que cada palabra que escribo esconde bandadas de estorninos que amenazan con huir lejos de aquí y reventar los tímpanos de la soledad en alegre canto, pero no será hoy. No será hoy. Que me cansé de de ser la sonrisa de espantapájaro. Siguen mis pies clavados en esta tierra que me ata cual serpiente de extraño poder. Y aún así me creo estar huyendo. No se de qué. No se de quién.

Que no quiero más. Que se acabó. Llegó la hora de callar tus silencios y seguir buscándome en otro lugar. Creo que te dejaste una lágrima en la mesilla. Era de plástico. Plástico como el que envolvían tus versos. Plástico que envolvía tu corazón. Seguiremos viéndonos, pero no nos cruzaremos. Seguiré escribiendo este Adiós hasta que me lo crea. Serás feliz. Sin mí.




martes, 27 de marzo de 2012

Se me ha caído una ilusión



Esperando ser. Porque ya no hay objetivos. Cuando los persigo con la mirada cabalgan por horizontes púrpuras para alejarse por siempre, para dejarme este extraño sabor en las pupilas.
Todavía no se si ver el mundo de este modo es pecado. Si tiene sentido. Si se parece en una milésima parte al mirar de otra persona. Porque puede que esté ciego.

Sólo se que me cansa la velocidad en pausa. Que no le encuentro el azul a esta historia de más sombras que  palabras. No se si me explico. No se si quiero hacerlo. Aunque a veces quiera romper los puentes de plata y soplar la nube gris al otro lado del vacío.

Que no me encuentro. El viento juguetea entre los peldaños de esta escalera de caracol que tampoco llega a ningún sitio. Los zapatos inventan pisadas aunque no tengan suela. Las mariposas inventan suspiros porque no tienen alas.

No se despertar. Mis latidos dejaron de inventar canciones. No sueño ya con bañarme en aguas doradas. El rumor de las olas perdió su melodía. No se donde estoy.

Más allá del acantilado de estrellas, supongo. Más allá del agujero de luces. O sólo estoy delirando. O sólo son palabras que se arrastran por el camino de piedras. O sólo es el filo cortado de la luna que amenaza con regresar. Sólo sigue mis susurros la siniestra soledad...


lunes, 12 de marzo de 2012

A paso cortado



No creo que lo conozcas. Es ese lugar en el que me asombro una vez más, de lo absurdo e irreal que son el tiempo y la verdad.

La distancia. Los centímetros que se convierten en horas de paseos sin rumbo. Mi mirada que te busca y se pierde, cuando no te encuentra.

La luz. La que disipa las dudas y atonta a las fieras. Que susurra recuerdos y me escupe a la cara. Porque no hallo sentido, sigo entendiendo la tempestad que me aplasta, lejos.

Porque no me creerás cuando grito que me podría enamorar de cualquiera y cada uno de tus defectos, como ese gracioso movimiento de cabeza que te da cuando te persiguen los nervios. Ese estúpido momento que recojo con mis manos y lo hago florecer en mi cabeza una y otra vez. Ese momento es solo tuyo, mío y del silencio.

Por eso no te miento cuando digo que podría hacerte feliz. No se como haría para cambiar esta sábana siniestra que a veces me rodea y es más fuerte que yo. Pero lo haría, lo sé.
Estoy tan cerca y tan lejos que puedo oler el atardecer en flor de la primavera, tanto que me quemo en vida y revivo entre tus brazos.

Pero esto es sólo una canción, y tu solo me ves como el inútil escudero que entiende de amistades y de pocos corazones.

Pero esto es sólo una canción, y no brilla mi armadura porque sólo soy por dentro, y mi apariencia es de papel.
Se empaparán mis palabras en el agua del deshielo y las veré tiritar de miedo y agonía.
Arderán entre los hierbajos del que nunca entendió nada, ni de gritos ni silencios.
Y te voy a dejar marchar, porque me pesas en el alma y no consigo avanzar, en esta tarde nublada...





domingo, 4 de marzo de 2012

Caminos y rincones


Esos pedazos de vida que dedico a entender mi historia. Parar el mundo unos instantes e imbuirme en el rincón que se esconde a la sombra de la puerta de mi habitación. Ese lugar donde sólo suelen flotar livianas motas de polvo al ritmo de las olas que algún día surcaron mi alma. A veces, y sólo a veces crece alguna pequeña planta que alimento de esperanzas y palabras...pero nunca fui un buen jardinero.

 Algunas de ellas llegaron a ser más que mi vida y disecadas en curiosas historias, las enmarco y las recuerdo cuando me siento vacío. Suelo cuidarlas mejor una vez que ya se han ido, una vez que ya no sirve de nada. No debe ser mi luz la precisa para estas plantas. No deben ser las plantas adecuadas para mi luz.

 Puede que en palabras y pensamientos las recuerde como nunca fueron. Puede que sea exagerada mi obsesión por lo pasado, habiendo tanto camino por delante. Quizás confunda los amaneceres con la luz mortecina de la madrugada. Pero me encuentro cansado y perdido. Como si mis gritos fueran eclipsados por los fieros pitidos de un tren. Un tren sin raíles ni ruedas, sin luces ni asientos, sin conductor y sin vida...


domingo, 12 de febrero de 2012

En mi lado del espejo


Sueño a veces con haber encontrado tu mirada en el fondo de este cuadro, en el fondo de esta vida, pero no se si estas. Puede que tu creas estar aquí, pero te siento tan lejos que no entiendo tu mirada. Que no me hablas cuando callas todo ese torrente de ideas que aparcaste en algún rincón de tu corazón, templado y cansado, perdido en un mar de nubes.

Navegar por este pequeño mundo de muchas lunas llenas y algún que otro pedacito de sol. Navegar por tus  finos labios y hacerte explotar de felicidad cuando el viento congele tu mirada. Tenerte. Que seas mi luz otra vez y alumbres al fín mi camino que tirita por las noches.

Aunque solo fuera rozar tu pelo que inventa espirales de dulces colores. Saber que tu también necesitas una historia que te haga sentir un poco más la vida al pasar. Dímelo. Grítamelo suave, al oido, que solo retumbe mi alma al son de tus palabras y consiga despegar un poco las pezuñas de este mundo de tierra.

Huir de tu mano lejos, donde la mar no dibuje olas traicioneras y la mañana ilumine tu sonrisa. Que nada tenga sentido sin tenerte y desgarrarnos cada vez que nos digamos adiós. Sólo quiero eso, que juguemos y podamos sentir la arena fría y la suave hierba. Sólo quiero eso, que toques mi alma y te la lleves lejos, pues nada me queda aquí, en este orscuro lado del espejo...


viernes, 10 de febrero de 2012

Despegamos...



Había tropezado una vez más por este gélido camino que van creando mis pasos al caminar, pero para mi sorpresa, he vuelto con más fuerza. Supongo que con la fuerza del que ya se hizo insensible a las caídas, y comienza poco a poco a asumir su sitio en este mundo, a brillar sin miedo a que te miren, a gritar cuando el cuerpo te lo pide.

Todo gracias, también, a aprender que hombros quieren ser mi apoyo y cuales se apartarán al mínimo problema. Porque todo es camino y todo es aprender, y mirar más allá del susurro frío de la luna de mis noches. Romper la dura capa de hielo que separa las frías aguas, y poder respirar.

He podido apoyarme en las grandes plumas que algún día vivieron sus vidas, y te saben escuchar. Subirme a hombros de gigantes para poder entenderme. Rescatarme a mí mismo. Sacarme de la espiral. Seguir buscando en este mundo las historias que me hagan sonreír y perseguir mis sueños. Aunque a veces se me escapen entre las manos, como la leve bruma de la mañana, seguiré buscando.

Ser la luz, la huella, la historia. Atreverme una vez más a disfrutar, rompiendo en mil pedazos aquel frío cristal en el que me escondo. Que todo vuelva a tener el sentido que algún día quise olvidar. Arrancar la maldita venda que me apresa cuando huyo de ella y se alimenta de mis temores.

Correr, volar, vivir, nacer en el atardecer de atardeceres que me tocó vivir y sentir al fin...




miércoles, 18 de enero de 2012

Guantes rojos



A veces por tu vida pasan pequeñas historias. Debemos andar por esta avenida de la vida con los ojos bien abiertos, o las dejaremos escapar y que se pierdan en el baile ajetreado de sombras.

El otro día pasó a mi vera un crío. Uno como todos los demás, pero diferente. Siempre son diferentes. Dan el punto de alegría y de color. Una energía pura, distinta a las demás, que irradian con fuerza tremenda. Una sonrisa. Luz.

Y lo vi pasar, con una velocidad impropia de un ser canijo, con unas piernecillas que apenas se alzaban del suelo. Con sus preciosos guantes rojos y que yo guardé en mi memoria como símbolo de aquella pequeña aparición. Me ayudó a recordar a esa pequeña persona que guardamos todos en nuestro interior, y que algunos entierran rápidamente tras alcanzar cierta edad.

Es para mi algo estúpido cerrar súbitamente el cajón de ilusiones que se nos entrega con la tierna infancia. Es cierto que para vivir necesitaremos muchas cosas más que esta cajita, pero sin ella seguramente la vida sería mucho más dificil. Yo al menos, no quiero perderla. Cuando la cierras algo dentro de ti se apaga, y una parte de tu vida se oscurece. Seguramente, borrar un trozo de tu historia es la mayor mentira que alguien se puede hacer a sí mismo.

Sin ella seguramente yo sería incapaz de seguir sonriéndole a la vida. Incapaz de defender mi pequeño rincón perdido en el mar de mares. Sería un poco menos yo. No creo que sea infantil, en el tono despectivo de la palabra. Yo lo llamaría brillo, ganas, alegría, luz...vida. Todo eso es para mí vida, y un par de guantes rojos que ponerse por si la noche se viste de frío.

lunes, 9 de enero de 2012

Sombras de luz



Historias que a veces has imaginado mil veces en tu cabeza. Retumban en tu cabeza como un enjambre de abejas alocadas, a punto de estallar. Persigues ese sueño, con tu pijama de ilusión y lo sientes tan cerca, lo rozas con la punta de los dedos...sólo te falta dar el paso.  El paso que separa tus oscuras tierras y las que te esperan. Un riachuelo que las acaricia y las divide. Solo eso. Lo que separa lo que siempre has imaginado y lo que siempre has sido. Un paso. El paso.

Haber imaginado la situación, los pensamientos, las miradas y las sonrisas. Haber dibujado ese atardecer en tu mente una y mil veces. Pero siempre ese peso en las botas de buzo, que frenan los pasos que tu mente había dibujado livianos. Esa excusa que cruza fugaz pero traviesa, tu alocada mente y te hace dudar. Ese instante. La duda.

 A veces me gustaría entenderme. Reflexionar, apagar todas las luces que me deslumbran a mi paso y parar. Pensar en que hacer con todas estas ilusiones que he dejado marchar y cuantos miedos debo destruir para seguir por mi camino, el que me haga avanzar. En ocasiones he llegado a pisar el riachuelo y sentir el dulce frío del que se siente cerca, pero vuelve la noche que todo lo amarga y todo lo  frena.

Una noche más estancado en esta estación, a la luz de una luna que ya no sonríe y que cambia su magia por oscuros delirios de grandeza. Una noche más, preso de mis fobias. Una noche más, sin ti.


jueves, 5 de enero de 2012

Déjame volar




No lo sé, quizás merezca la pena volver a coger esperanzas para subirme al próximo vagón. El que pase. Quizás sea un camino demasiado oscuro para hacerlo sin fuerzas y arrastrando los pies. Quizás son mis propios pasos los que me hacen rozar cristales, a la triste luz de la luna. Quizás no merezca la pena.

Porque, a pesar de todo se que hay algo en mí, que puede llegar a ser grande. Una semillita en mi interior que intenta crecer, a pesar de los golpetazos que nos propina la vida, a veces. Y no sé quizás me cuide no ya por mí, si no por lo que algún día pueda brotar de ella. Como un cosquilleo en mi interior, que me hace volar ligeramente por encima del resto, cuando nunca me gustó destacar sobre las masas.

Seguramente me debería demostrar a mi mismo que es posible, y sorprenderme. Y sorprenderos. Volar. Creo que nunca nada ha tenido tanto sentido en mi vida. Creedme. Porque estoy cansado de vivir tan lejos de mí. De arrastrar la cabeza, que se me caigan las miradas y llorar amaneceres.

Puede que encargue un traje de sonrisas para ir al funeral de esa parte de mí que anda de rodillas y me agarra por detrás, frenando mis ilusiones, torturando mis andanzas. Un lastre de paja y de sombras que no me deja avanzar. Si todo marcha bien, puede que incluso esta sea la canción que le dedique, para perderlo al fin, y se funda en una nube de sombras.

Ojalá me espere un largo trayecto en el que pueda andar sin sentir su aliento congelado tras mis pies, lejos de ese ser pestilente y extraño. Deseo en lo más profundo de mi alma poder mirarme al espejo y que hayas desaparecido de mis pupilas, y brillen otra vez. No más caídas ni rozaduras por tu culpa. No más noches de amarga soledad. No quiero más historias, no de las tuyas.Ahora vete y déjame respirar por unos instantes, porque no es aire lo que entra en mis pulmones cuando estas detrás. Marcha y no destroces más mi vida.

Oigo un lejano pitido en la noche. Las luces del tren comienzan a iluminar la vieja estación marchita en la que me encuentro. Aflora la sonrisa que llevaba presa en mi interior. Llegó la hora...


martes, 3 de enero de 2012

La oscuridad de mis pozos



Por desgracia soy de aquellas personas que le encanta rebozarse en sus miedos más oscuros, llorar las historias tristes de mi pasado y las que nunca llegaron a suceder. Me atrinchero en mi nostalgia con la intención de recoger mansamente en mis brazos recuerdos de historias doradas que me den algo de luz en la oscuridad de mis noches. Esa mirada de eterna alegría que se esconde en los álbumes de fotos, y que te hacen pensar que algún día la vida te llegó a parecer poco más que un juego de críos o un precioso libro por colorear.

Pero se pierden los lapiceros de colores, se escurren por debajo de tu cama y te tumbas sobre ella para volver a buscar razones para vivir con ilusión. No solo vivir de esas pequeños detalles que la vida te regala para esbozar una sonrisa que se pierda en la oscuridad. No es suficiente.

Supongo que pensar de este modo no hace más que alejarme de la gente que quizás si espere algo más de mi, pero a veces soy solo sombra. En ocasiones entro con fuerza en la vida de ciertas personas, hasta que de pronto me traiciono a mi mismo y me encierro en el cuarto de mi desesperanza, y me alejo otra vez. No es una huida rápida, simplemente me voy perdiendo en el horizonte, arrastrando mis pies contra las piedras y me autocompadezco de mi estupidez.

Se que soy tan frágil por dentro, que no me gusta mostrar mis sentimientos. Prefiero encerrar mi historia aunque sea bajo una fina tela, que sólo muestre una pequeña parte. En parte porque no creo que a nadie le importe lo suficiente y en parte porque no quiero que nadie juegue con ellos y me destroce. Aunque sea triste. Aunque maldiga mil veces mi forma de vivir esta vida apagada y con pocas luces. Mis lágrimas aterrizan en papeles e impactan con fuerza y vergüenza. Milagrosamente llegan hasta este rincón que es el único que me escucha sin reproches, que me da paz en mis noches y me ayuda a sanar...