jueves, 5 de enero de 2012

Déjame volar




No lo sé, quizás merezca la pena volver a coger esperanzas para subirme al próximo vagón. El que pase. Quizás sea un camino demasiado oscuro para hacerlo sin fuerzas y arrastrando los pies. Quizás son mis propios pasos los que me hacen rozar cristales, a la triste luz de la luna. Quizás no merezca la pena.

Porque, a pesar de todo se que hay algo en mí, que puede llegar a ser grande. Una semillita en mi interior que intenta crecer, a pesar de los golpetazos que nos propina la vida, a veces. Y no sé quizás me cuide no ya por mí, si no por lo que algún día pueda brotar de ella. Como un cosquilleo en mi interior, que me hace volar ligeramente por encima del resto, cuando nunca me gustó destacar sobre las masas.

Seguramente me debería demostrar a mi mismo que es posible, y sorprenderme. Y sorprenderos. Volar. Creo que nunca nada ha tenido tanto sentido en mi vida. Creedme. Porque estoy cansado de vivir tan lejos de mí. De arrastrar la cabeza, que se me caigan las miradas y llorar amaneceres.

Puede que encargue un traje de sonrisas para ir al funeral de esa parte de mí que anda de rodillas y me agarra por detrás, frenando mis ilusiones, torturando mis andanzas. Un lastre de paja y de sombras que no me deja avanzar. Si todo marcha bien, puede que incluso esta sea la canción que le dedique, para perderlo al fin, y se funda en una nube de sombras.

Ojalá me espere un largo trayecto en el que pueda andar sin sentir su aliento congelado tras mis pies, lejos de ese ser pestilente y extraño. Deseo en lo más profundo de mi alma poder mirarme al espejo y que hayas desaparecido de mis pupilas, y brillen otra vez. No más caídas ni rozaduras por tu culpa. No más noches de amarga soledad. No quiero más historias, no de las tuyas.Ahora vete y déjame respirar por unos instantes, porque no es aire lo que entra en mis pulmones cuando estas detrás. Marcha y no destroces más mi vida.

Oigo un lejano pitido en la noche. Las luces del tren comienzan a iluminar la vieja estación marchita en la que me encuentro. Aflora la sonrisa que llevaba presa en mi interior. Llegó la hora...


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