lunes, 12 de marzo de 2012

A paso cortado



No creo que lo conozcas. Es ese lugar en el que me asombro una vez más, de lo absurdo e irreal que son el tiempo y la verdad.

La distancia. Los centímetros que se convierten en horas de paseos sin rumbo. Mi mirada que te busca y se pierde, cuando no te encuentra.

La luz. La que disipa las dudas y atonta a las fieras. Que susurra recuerdos y me escupe a la cara. Porque no hallo sentido, sigo entendiendo la tempestad que me aplasta, lejos.

Porque no me creerás cuando grito que me podría enamorar de cualquiera y cada uno de tus defectos, como ese gracioso movimiento de cabeza que te da cuando te persiguen los nervios. Ese estúpido momento que recojo con mis manos y lo hago florecer en mi cabeza una y otra vez. Ese momento es solo tuyo, mío y del silencio.

Por eso no te miento cuando digo que podría hacerte feliz. No se como haría para cambiar esta sábana siniestra que a veces me rodea y es más fuerte que yo. Pero lo haría, lo sé.
Estoy tan cerca y tan lejos que puedo oler el atardecer en flor de la primavera, tanto que me quemo en vida y revivo entre tus brazos.

Pero esto es sólo una canción, y tu solo me ves como el inútil escudero que entiende de amistades y de pocos corazones.

Pero esto es sólo una canción, y no brilla mi armadura porque sólo soy por dentro, y mi apariencia es de papel.
Se empaparán mis palabras en el agua del deshielo y las veré tiritar de miedo y agonía.
Arderán entre los hierbajos del que nunca entendió nada, ni de gritos ni silencios.
Y te voy a dejar marchar, porque me pesas en el alma y no consigo avanzar, en esta tarde nublada...





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