viernes, 10 de febrero de 2012

Despegamos...



Había tropezado una vez más por este gélido camino que van creando mis pasos al caminar, pero para mi sorpresa, he vuelto con más fuerza. Supongo que con la fuerza del que ya se hizo insensible a las caídas, y comienza poco a poco a asumir su sitio en este mundo, a brillar sin miedo a que te miren, a gritar cuando el cuerpo te lo pide.

Todo gracias, también, a aprender que hombros quieren ser mi apoyo y cuales se apartarán al mínimo problema. Porque todo es camino y todo es aprender, y mirar más allá del susurro frío de la luna de mis noches. Romper la dura capa de hielo que separa las frías aguas, y poder respirar.

He podido apoyarme en las grandes plumas que algún día vivieron sus vidas, y te saben escuchar. Subirme a hombros de gigantes para poder entenderme. Rescatarme a mí mismo. Sacarme de la espiral. Seguir buscando en este mundo las historias que me hagan sonreír y perseguir mis sueños. Aunque a veces se me escapen entre las manos, como la leve bruma de la mañana, seguiré buscando.

Ser la luz, la huella, la historia. Atreverme una vez más a disfrutar, rompiendo en mil pedazos aquel frío cristal en el que me escondo. Que todo vuelva a tener el sentido que algún día quise olvidar. Arrancar la maldita venda que me apresa cuando huyo de ella y se alimenta de mis temores.

Correr, volar, vivir, nacer en el atardecer de atardeceres que me tocó vivir y sentir al fin...




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