domingo, 20 de octubre de 2013

Sin duchar


Llega un poco ese momento en el que piensas... ¿que coño te estas haciendo, hijo?
Que me ven "plof" me dicen algunas de las mentes brillantes que me ven pasear por los pasillos con una capa de polvo densa alrededor del cuerpo y unos lagrimones como soles, hechos jirones, dando la vuelta a la mejilla, bajando por la espalda y adentrándose por la avenida de la médula espinal. A ver, no exageremos, realmente me río bastante, con la risa esa alocada que suena como a tambor con mimbres de estar vacío. O eso me creo. O eso me crean.

Ganas de matar pollitos, es lo único que tengo últimamente, la verdad. Meterle doble llave a las ventanas y que no se escapen los suspiros, y si hay que morir ahogado pues se ahoga uno. Pero que no salga, y si sale que tenga que romper el maldito marco del que pendían todas las ilusiones. Un puto huracán, que lo rompa y me saque de tanta mieeeerda, porque hoy no me sale poesía tampoco. Llevo tres o cuatro latidos sin poesía  a corazón parado, asique a la mierda tanta mierda.

Esta última entrada me esta quedando muy chula porque claro, me estoy metiendo a toreo, siendo toro. Embiste que te embiste y zas, otro recadito de hierro y hielo por la piel. Lo de la babilla también, me pende por la comisura de los labios, y me da un aire intelectualillo con el que sobrellevar la tragedia (griega y sin solución).

El caso es no mirar, porque cuando miras me sale el paisaje como desenfocado, y me salen unas fotografías de churros, de media docena y faltos de azúcar, que es como comerse un trozo de banco vamos. ¿Me seguís? pues no lo hagáis porque esto va a terminar violentamente y de un momento a otro. Lo veo.

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