Quizá en cementerio de oscuras flores.
Quizá en rojos campos marcianos.
Quizá en helados nacimientos de ríos.
Pero lejos de tus manos.
La corriente está cambiando.
El suave viento cálido, con aroma a desierto, se ha deshecho por el camino.
La nube tranquila y clara a cambiado su tez.
Ahora congela el viento todo a su paso.
Ahora la nube le ruge a los días y los hace desaparecer.
No existen relojes de arena que cuenten el tiempo.
No existen frases de consuelo que pueda escuchar.
No me apuntan desde tus ojos tus pupilas.
No como las quisiera recordar.
Planearé pues hasta donde llegue esta tormenta, si llega lenta.
Si no rompe mi camino con el rayo atronador.
Volaré a mi cama, oscura.
Mátame, despertador.
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