sábado, 12 de mayo de 2012

Nublado en las nubes



Le gritó al sol que ahora salía, que le guardara unos segundos de calor con los que arropar su melancolía. Ella se levantó pausada y se liberó de las sábanas que le habían visto soñar, una noche más. En la mesilla se hallaban una rosa casi marchita y un retrato a medio hacer de aquel muchacho que llenaba su vida de esperanzas. Aunque él no lo supiera.

Se arrastró, bostezando, hasta el espejo más cercano y pudo admirar esa extraña belleza que envuelve a las mujeres a primera hora del día. Dibujó una sonrisa de las que esconde mil secretos. Dedicó un puñado eterno de minutos a escoger el conjunto del día y se apresuró a robar la ducha antes que el resto de sus familiares.

El agua comenzó a correr por su joven cuerpo y resbalar por aquella cabeza tan llena de sueños, locuras y algún que otro deseo no relatado. Se imaginó en algún paraíso lejano con aquel chico que se había echo un hueco tan grande en su vida que parecía ser protagonista de su vida. Un suspiro afloró desde su alma hasta sus labios,  preguntándole al silencio miles de preguntas sin respuesta.

Abandonó, al fin,  aquel lugar de sueños entre nubes. Abandonó aquel lugar con la duda de si sería el día, o un día más, en la espera. La espera de un día sin fin. Un día que no despierta.


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